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Elegir la noche perfecta

Elegir la noche perfecta

Viernes, 2 de diciembre 

 

Mi vida nocturna es mucho más interesante que mi paso diurno por la realidad. No sé si eso quiere decir que soy un ser de la noche, pero definitivamente es el medio en el que me muevo con mayor libertad y por donde mi vida avanza, aunque sea poco a poco. Ayer por la noche conocí a una chica. Raquel. La encontré sola sentada a un lado de la Plaza dels Angels. Le pedí papel de fumar y comenzamos ha hablar. Sin duda los dos teníamos muchas ganas de hablar con alguien, porque en seguida estábamos contándonos cosas personales, apuntes sobre nuestra vida privada. Ella también era un ser nocturno y solitario, como yo. “A las doce de esta noche un amigo inaugura una galería de arte por aquí cerca. ¿Quieres acompañarme?” Me pareció un plan interesante y contesté que sí.

La galería estaba situada en la calle Carretes, cerca de la Rambla del Raval. Recuerdo un amor que tuve hace unos años, que vivía exactamente en esa misma calle. Subimos por la calle a oscuras, ya que apenas hay farolas, pisando los charcos que la reciente lluvia había dejado. Cuando llegamos, la puerta estaba cerrada. Raquel tocó el interfono tres veces, como si llamara en algún tipo de código secreto. La puerta se abrió, y entré en un espacio cálido, lleno de cojines y con olor a incienso. En las paredes, colgaban grandes cuadros pintados al óleo, dónde se representaban escenas de sexo. Todo tipo de escenas con todo tipo de prácticas sexuales, en las que los hombres y mujeres que aparecían presentaban cuerpos escultóricos y  casi perfectos.  

El amigo de Raquel, mi nuevo fichaje nocturno, se acercó a saludarnos. Él era el autor de los cuadros: un hombre de unos cuarenta años, un poco calvo, con barba y algo de barriga, vestido con una camisa floreada tipo Hawai. Nos ofreció una copa de vino blanco y nos invitó a quitarnos la chaqueta, ya que realmente la temperatura de la sala era muy agradable. Entramos en un cuarto pequeño, con perchas para dejar la ropa, y me sorprendí al ver que en un rincón un hombre y una mujer casi desnudos estaban desnudando a otra mujer, mientras se besaban los tres apasionadamente. Me excité al ver aquella escena. “No prestéis demasiada atención” dijo el pintor. “Ocurre siempre que expongo mis cuadros”.

Salimos de nuevo a la estancia donde estaban las pinturas. Los colores parecían haber cambiado y habían adquirido una textura que  me recordaban al primer Hooper. Miré a mi alrededor, y entre los presentes reconocí a mi antiguo amor de la calle Carretes, una persona con la que mantuve un apasionado idilio que duró unos meses. Estaba besándose con un hombre corpulento, que se quitaba la americana y se desabrochaba la corbata. Observé de nuevo mi alrededor con más atención, me sentía extrañamente embriagado tras beber el vino blanco, pero realmente con una sensación de confort detrás de la cabeza. Raquel comenzaba a besar a su amigo, el autor de los cuadros, y a su vez me desabrochaba los pantalones. Me dejé llevar por aquél impulso colectivo que todos los asistentes a la exposición parecíamos sentir, y de pronto me vi envuelto en una fabulosa orgía, en la que no paraba de unirse más y más gente.  

He llegado a casa a las seis de la mañana, y no he recibido ninguna notificación del cartero acerca de mi trabajo. Raquel me ha dado su número de teléfono y me ha dicho que suele ir a este tipo de exposiciones por lo menos una vez a la semana. No sé si estoy preparado o si realmente me apetece volver a verla. En todo caso haré que perdure este recuerdo a través de la noche, uno de tantos que permanecen bien guardados en la alacena dorada de mi memoria.      

 
 
 

2 comentarios

sdgsgds -

arhhhg esta pagina me esta dejando ciego! cambia los colores tronc@!!

Cris, aunque tú me llames Cristina -

Llueve y caminaba sin resvalar, por las hojas mojadas que paraban debajo de los tacones el golpe. Supongo que ese tipo de amortiguación y de calma me producen tus noticias. Tú y tu expresividad justa, cuando estás enfrente, tú y tu lucha por romper la monotonía vital, tus ganas de ser poseído por la fantasía que genera tu deseo. Seguro que pronto conoces a Severine. Te invito mañana a cenar?