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Una semana en el distrito de la Luz Roja

Una semana en el distrito de la Luz Roja

Martes 3 de enero

 Llegué ayer de Ámsterdam. Desde mi adolescencia no había pisado esa ciudad-burbuja y no recordaba las maravillosas posibilidades que ofrecía a cualquiera que tenga ganas de experimentar nuevas sensaciones. Las calles de casas victorianas apiñadas, de escalinatas retorcidas, el romanticismo de los canales, la vanguardia musical, la agitación sexual y las drogas han sido alguno de los ingredientes de un cóctel molotov que ha ido explosionando paulatinamente a lo largo de cinco días de auténtico delirio orgiástico, en los que he adquirido una experiencia valiosísima que sin duda pondré en práctica en mis futuras aventuras de detective seductor.

Estaba bien claro que no podía estar en ningún otro lugar más que en Ámsterdam durante la noche de fin de año. El día 31 me levanté con una sensación un tanto delirante, me sentía nervioso y con algo de ansiedad al pensar en los acontecimientos del glorioso 2005 y que cerraría esa noche con un broche impregnado de olor a Marihuana. Los recuerdos hacen al hombre un poco miserable, así que me puse en plan progresivo y pensé hacia delante. Para todo hay solución. Para Diana, para Lulú, para X... a todos ellos dirigía mis pensamientos en los oscuros rincones de los coffee-shops donde no paraba de encontrarme gente rara. Yo era también uno de ellos.

 A media noche el gentío enloqueció todavía más si cabe, y los fuegos artificiales tomaron la ciudad en un asedio constante de luz, color y explosiones. Toda Ámsterdam retumbó en una especie de parade de media noche, la música sonaba en todas las calles provinente de los locales, la gente bailaba y saltaba, se enrollaban canutos de hierba por un lado y lanzaban petardos por el otro, los hombres se besaban en la boca, las mujeres se tocaban el culo y sonreían a todo el mundo,  y yo tenía la sensación de estar en la calle pero realmente me encontraba en una dimensión paralela en la que todo el mundo se había propuesto pasarlo bien.  

El grupo de gente con el que me hallaba se encontraron rápidamente bajo la influencia de sustancias químicas, muy activas. Nos metimos en un local dónde pinchaba una chica preciosa, de anuncio. La música era envolvente y rítmica, bailamos a su alrededor y yo admire su buen gusto escogiendo los discos. Aparté mi vista de ella un segundo antes de enamorarme y continué fumando del arsenal que nos aprovisionaba. Exquisita selección de índicas que producían en mi un efecto esclarecedor y me hacían permanecer muy despierto y con una aguzada sensibilidad que pensaba por sí misma y no paraba de decirme: “estoy abierta a todo”, “estoy abierta a todo”. 

 Propulsado por este efecto me encontré encerrado en el lavabo con Anne, una mujer holandesa con la que comencé hablando en francés, cambiamos al inglés y a la que entendí en perfecto holandés que era el momento de un intercambio cultural profundo. Anne me transportó literalmente a un campo de tulipanes, y ahora tengo un sueño recurrente en el que abro los ojos y me encuentro con la belleza nórdica de su rostro. ¿Querrá decir eso que hubiera podido enamorarme de ella? Creo que jamás lo descubriré, ni en diez años de investigación.  
 

Fuera de la burbuja y de vuelta a la realidad cotidiana me doy cuenta de que, a nivel perceptivo, ciertas cosas han cambiado con la entrada del 2006. Seguramente será un año repleto de sorpresas y que sin duda ha comenzado fabulosamente. Los silencios acostumbrados se vuelven más volubles y parecen desaparecer. Lo que realmente importa sale un poco más a la superficie y el amor, el anhelado y utópico amor, nos vigila amenazante maquinando en las sombras, no vaya a ser que lo descubramos y mande al traste todos nuestros planes.    

2 comentarios

Jacques Clochard -

Querido conejo blanco, observar el fondo marino es uno de mis pasatiempos preferidos. Supongo que ya te habrás dado cuenta, si sigues mi diario.

J.

el conejo blanco -

Mi querido Jaques,
el tiempo es tan relativo como uno quiera que sea, no más.
Mientras tanto seguiré anhelando, en mis noches perdidas la proxima entrega de tus aventuras, reales o no, quién sabe. Xo si el pensamiento es una idioma de signos sin sentido, te prometo que si buceas conmigo, le encontrarás un significado a mis signos...aunque tendrás que dejarte llevar...¿aceptas?