Ciudades inclinadas
Martes, 24 de enero
Supongamos que un huracán arrasara Barcelona. Las palmeras de la Diagonal se partirían por la mitad. Los coches arrastrados por la furia de la fuerza centrípeta, esparcidos como chatarra por las calles, acogerían también los restos de los edificios derrumbados, los amasijos de hierro, los cristales de los grandes ventanales.El mar se abriría camino en olas devastadoras, que tirarían abajo la estatua de Colón e inundarían todo el distrito de Ciutat Vella. La gente, los ciudadanos, sorprendidos por el huracán entre semana, mientras trabajan o lo intentan, sin poder marchar a su segunda residencia, morirían todos ahogados, sumergidos, aplastados, completamente calcinados, fusionada la carne propia con los cables de tensión, los postes telefónicos, las vías retorcidas del tranvía y el ferrocarril.
El problema sentimental de X ha empezado a interferir en la búsqueda de Diana. Hoy no ha podido acudir conmigo a la reunión con el forense, debido a la delicada situación que atraviesa con su mujer. No han funcionado las sucesivas excusas que desde unos meses para acá X le está poniendo a su esposa, para ocultarle que tiene una amante. Ni yo conociéndole personalmente y dedicándome a la investigación profesional me había dado cuenta. Cuando digo que X es un tipo reservado, os lo digo muy en serio.La mujer de X ha acabado en el Hospital, debido a un profundo ataque de celos. Pero antes de eso, ha destrozado el estudio de mi amigo, ha intentado quemar sus archivos y sus libros de filosofía, ha pateado sus frascos químicos, con compuestos que yo mismo había preparado para que él los utilizara. X ha intentado calmarla pero no lo ha logrado. A cambio ella le ha arañado la cara y le ha cosido a puñetazos. Por supuesto, X se ha dejado. Para cuando yo le he llamado ya era demasiado tarde. Me ha explicado por encima la situación y se ha excusado de no poder venir. Al menos no se han perdido ninguna de las pistas que guardaba él en su casa, y eso me alivia.
El forense me acaba de dar el parte de uno de los cuerpos que encontraron en un piso de Hospitalet, donde se había llevado a cabo uno de esos extraños rituales, como el que descubrimos el domingo. La víctima, un hombre de 52 años, trabajador en una editorial de libros de texto, fue hallado con una elevadísima concentración de barbitúricos en la sangre, muerto, asfixiado en su propio vómito. No he perdido el control hasta este punto, pero el mundo se ha puesto del revés cuando el forense me ha puesto al día del hallazgo en el interior de su cuerpo.En el estómago escondía una pequeña pelota de plástico, la cual se apresuraron a abrir. Dentro han encontrado una fotografía doblada en la que aparecemos Diana y yo en un parque, durante una luminosa mañana, mucho más jóvenes de cómo ahora somos, los dos sonrientes y con gafas de sol. Mi primera reacción ha sido de pánico, alguien pretende asustarme y no solo eso, aparentemente yo conocía a Diana pero... ¿cuándo nos hicimos esa foto? ¿quién nos la hizo?
Espero que este mensaje en clave no tenga consecuencias negativas, espero que encontrar una foto mía en el interior de un estómago no quiera decir que alguien quiere practicar el canibalismo conmigo o algo así. Es un poco tarde, cierro con llave la puerta del apartamento, me aseguro de echar el cerrojo a todas las ventanas. Ha sido demasiado por hoy y mañana he de escuchar la evolución de la situación de X con su mujer, en alguna cafetería de esta Barcelona, ciudad devastada.
3 comentarios
Jacques Clochard -
Afectuosamente,
J.
pluma ligera -
Me dirijo a usted para alertarle de los peligros que le acechan en su búsqueda de Diana.
Siento comunicarle que todo forma parte de un plan. Mi padre, al que encontraron muerto, fue asesinado al descubrir los própisitos de la organización.
Lamento no poder explicarle más. Sin embargo por el aprecio que demostró mi padre en vida hacia su persona, me veo en la obligación de ayudarle.
Si quiere saber más no dude en llamarme.
Lulú -