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Fuego y nieve

Fuego y nieve

Jueves, 26 de enero

Bajé la guardia y bebí más copas de la cuenta con Parálisis Permanente. La película había sido tan aburrida que necesitaba un tratamiento de choque rápido e indoloro. Hicimos una mezcla rara de bares y licores, una ruta nocturna peculiar por los suburbios de la ciudad, mucho más húmeda que nunca. Me confesó que ella también espera que pase un tornado, pero ha leído algo al respecto y cree que es bastante improbable que ocurra algo así en Barcelona, por lo menos en esta década.  

He descubierto que los Happy Mondays, por encima de ninguna otra banda musical, me transportan a sitios donde no había estado antes, o que no recordaba.  Escucharlos me ha despertado algo en el interior que me empuja a llevar un ritmo de vida nocturno mucho más inconsciente, sin preocuparme del trabajo del día siguiente. Desde hace dos días me encuentro tan ricamente flotando a través de la noche, que comienzo a ver más claros algunos aspectos de la investigación que no acababan de ver la luz.

La fiesta donde nos metimos el jueves era en un piso de la calle Escudellers, después de ponernos cinco gintonics por bandera en el antro más oscuro de la ciudad, donde se permitía fumar hachís, marihuana y creo que incluso opio si lo hubiéramos encontrado. Sin duda alguna, los Happy Mondays me habían conducido hasta allí. Cuando me quedo atrapado en fiestas de este tipo, mis pensamientos van todavía más rápido que de costumbre y comienzo a tener revelaciones que apunto en pedazos de papel. Sé que después serán útiles a la hora de encontrar nuevas pistas que arrojen claridad a la difícil situación que atraviesan las personas implicadas en el caso de la pequeña Seveline.  

Totalmente dispuesto a darlo todo dado el estado en el que me hallaba, me fusioné con el resto de la gente que se balanceaba en el comedor con una sesión de Carl Cox grabada de la radio. Las paredes iban cambiando de color, en función de los estados que íbamos atravesando a lo largo de la noche. Mi compañía era de lo más agradable, olvidé su nombre, me centré tan sólo en los abrazos y achuchones. No hay forma más dulce de librarse de los fantasmas y las alucinaciones.

Mientras amanecía se ha puesto a nevar. De camino a su casa por el barrio chino, dos macarras han salido a nuestro paso con una navaja. Ambos tenían una pinta horripilante, parecían dos orcos con ganas de comer carne fresca.  A pesar de que iba todavía algo embriagado me he puesto en guardia, con una mano sobre la pistola aunque sin ningún ánimo de malgastar una sola bala con aquellos dos desgraciados. De repente, Parálisis me ha enseñado nuevos atributos de ella que yo desconocía. Ha reducido a ambos delincuentes, con una patada voladora y un puñetazo demoledor. Varias muelas ensangrentadas han caído en la nieve, que iba cuajando tímidamente en el suelo formando una alfombra blanca.

Me encantan las mujeres con esa capacidad de reacción para afrontar lo inesperado. Quizás tenga algo que ver la exótica confesión que me hizo mientras bailábamos en la fiesta. Me dijo que  siendo una niña, comenzó a masturbarse viendo Twin Peaks. Supongo que no habrá parado desde entonces. Deseaba de nuevo encontrarme en esa habitación, visitar su lavabo de decoración kitsch, tomarle medidas a su cama de sábanas rosas y hablar con ella sobre quién mató a Laura Palmer. Era una preciosa mañana de nieve para hacerlo. 

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