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Bacterias que se propagan

Bacterias que se propagan

Luther Blisset acogió a un grupo de estudiantes universitarios como discípulos de su doctrina, el Movimiento Espiritista, desde el año 85 hasta mediados de los 90.  Fue entonces el momento en el que Blisset medió un suicidio colectivo en Barcelona, en un piso del Eixample situado en el número 16 de la calle Mallorca. Durante aquella fatídica sesión, Blisset  diluyó en agua tres gramos de cianuro de sodio, uno de los componentes químicos más letales que existen para el ser humano,  suficiente para matar a un grupo de 35 personas, seguidores de la doctrina.

Antes de ser inculpado por el brutal asesinato, Blisset huyó a Suramérica donde pudo continuar dando rienda suelta a sus delirios sectarios, divulgando los mandamientos del Movimiento Espiritista. Tal religión concebía en el mundo de los muertos una Tierra Sagrada, donde se daban forma a los castigos y penitencias que debían acarrear los hombres atrapados por desgracia en nuestra dimensión consciente, el Planeta Tierra. Su religión intuía el mundo actual como una especie de infierno, al que habíamos sido confinados debido a  los pecados cometidos en nuestras inconmensurables vidas anteriores.

Mientras recopilo toda esta información en mi libreta de Paperchase, miro a X por encima del hombro. Él está ahora sumergido en la lectura de un libro sobre demonología. Siempre que venimos a esta biblioteca perdemos bastante el tiempo porque X no se centra en la información que nos importa de verdad, la que atañe al caso que investigamos. Aunque quiera echar algún maleficio sobre su mujer que ahora le hace la vida imposible, no creo que le sirva de mucho este tipo de consultas. Estamos en un momento de dispersión absoluta. Yo confundido entre brazos que me aprietan fuerte y luego me sueltan, y X apabullado por intentar controlar una situación sentimental que desde hace mucho se le ha ido de las manos.

El rastro de Luther Blisset es evidente en la ciudad de Barcelona. No sé por cuántas ciudades más habrá pasado este ser demoníaco, ni cuáles serán las secuelas reales que padece la civilización tras dinamitar sus bombas ideológicas en los años 80. Blisset suministraba mescalina en todas sus reuniones, con lo cual mantenía a sus “seguidores” completamente “alucinados” y convencidos de sus demenciales teorías. No hemos encontrado ningún rastro de esta droga en los restos de los rituales que hemos ido hallando. No es una prueba excluyente para descartar que Luther Blisset se encuentre de nuevo en Barcelona.

En algún momento la verdad siente deseos de salir a la luz, de disfrutar de su propia lucidez. La Verdad ondula serpenteante en el tiempo y va modificándose. Muta en otras realidades, que hace que las personas cambien y sean otras personas, desempeñen otro papel y persigan otros objetivos. Me abruma esta premisa que no es fácil interiorizar, pero que está claro que todos debemos dar por hecho si queremos atrapar al causante de esto. Una de mis principales preocupaciones es que de repente nos levantemos una mañana con la sombra de un nuevo asesinato, de una nueva muerte a nuestras espaldas, y que sea tan pesada que ya no nos queden fuerzas para arrastrarla y continuar con nuestras vidas.

Esta noche me he dado una vuelta por la calle Mallorca, he pasado por delante del número 16. Cuando logremos saber con certeza los detalles del crimen colectivo, volveré con X y nuestros aparatos para grabar fantasmas. He sentido un poco de frío volviendo al coche, como si hubiera estado cerca de un bloque de hielo durante un rato largo. Las fases del deshielo continúan avanzando a su antojo, a veces de forma rápida, otras de un modo más lento, pero siempre manteniendo la misma constante: a una capa de hielo le sigue otra, y a esta otra y otra y otra y otra y otra…

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