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La sonrisa del Vampiro (VI)

La sonrisa del Vampiro (VI)

FLORES DE LUZ Y SANGRE

La sonrisa del vampiro aborda también los conflictos entre adolescentes, otro de los temas por los que algunos directores japoneses han sentido debilidad en algún momento de su carrera y que despierta curiosidad y fascinación entre el público de occidente. Como apuntábamos anteriormente, el instituto Yaku es un escenario al que volvemos una y otra vez en la primera parte de la historia. La esfera adolescente está desprovista de cualquier ápice de ingenuidad o inocencia. El sexo y las drogas son el principal leiv-motiv, una de las pocas cosas por las que los jóvenes se sienten motivados. El sistema educativo japonés sigue unos códigos casi militares, provocando pesadillas que se traducen en el control del alumnado, y cuya catarsis se ha expresado de mil y una maneras, desde el chipira eiga (cine de jóvenes delincuentes), al comentado cine de terror fantasmal. Un grupo de alumnos del instituto Yaku se adentran en un hotel abandonado en el que improvisarán una fiesta de sexo y drogas, para acabar sorprendidos por Konosuke, que irrumpirá en la estancia dispuesto a chuparle la sangre a todos.

Esta secuencia no sólo es un mazazo de violencia explícita a la vez que un cuadro de indudable belleza gótica, sino que también corresponde a un episodio que contribuirá más adelante al desarrollo de la trama principal, cuando Runa y Henmi (otro de los chicos del instituto) descubran los cadáveres. Henmi estrangulará a Runa en la oscuridad del edificio abandonado, contando como únicos testigos los cadáveres de sus compañeros de clase aniquilados anteriormente por Konosuke. Lanzada como si fuera carroña al solar situado entre dos edificios, el cuerpo de la chica será descubierto por el vampiro adolescente, que le dará de beber de su sangre para convertirla en una gothic lolita, una auténtica revenante que despertará a la noche sedienta de sangre y ansias de venganza.  No hemos hablado todavía del personaje de Henmi, porque requiere una reflexión acerca del papel que desempeña en la historia y su trascendencia simbólica.

Henmi se trata en realidad de un psicópata, un chico con la mente alterada que maquina constantemente las maneras de infligir el mal a los demás. Su existencia se caracteriza por estar dominada por el vacío, y se contrapone al estatus de los vampiros. Por lo menos ellos matan en su afán de beber sangre, obligados por su nueva condición de no-muertos. La posición nihilista de Henmi le lleva a cometer asesinatos y actos criminales que poco a poco desestabilizan su vida y la de los que le rodean. El paso iniciático al mundo de la noche se comprende en La sonrisa del vampiro como un rito de madurez, que conlleva el despertar a la existencia: un mundo lleno de criminales, de gente enferma, de psicópatas, de violadores y pederastas. Quizás matar para aplacar la sed de sangre no sea tan grave ante tal panorama.

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