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La sonrisa del Vampiro (VII)

La sonrisa del Vampiro (VII)

FINAL

Pilar Pedraza argumenta que las temáticas en las narraciones de vampiros son un modo metafórico de hablar de problemas contemporáneos que afectan a todos, hombres y mujeres (droga, sida, narcisismo, desmoralización). “Beber sangre es como estar enganchado a las drogas”, dice Runa explícitamente. A pesar de la reiteración de esta variable en todo lo relacionado con los vampiros en los últimos años, el manga de Suehiro Maruo también cuenta con otros aspectos del mito tratados con singularidad, como el tema de la eterna juventud, que se relaciona en La sonrisa... con el mito griego de Titono y la Aurora. La Aurora pide a Zeus la inmortalidad para Titono, que es su amante, pero se le olvida que a ese don vaya aparejado el de la eterna juventud. Algo parecido les ocurre a Konosuke y Runa, que muy pronto descubrirán que se han hecho con el don de la vida eterna, pero no con el de la juventud imperecedera.

El escritor y guionista japonés Hiroshi Aramata describe la obra de Maruo La sonrisa del vampiro  como un manga de estilo “grand guignol”. Es fácil rastrear la procedencia de este tipo de teatro al indagar sobre las raíces del cine gore. El teatro del grand guignol es considerado como el origen del gore y por ende del slasher y el splatter, subgéneros dentro del cine de terror que suelen apuntillarse con la etiqueta de “gore”. Se considera el gore como un subgénero dentro del género de terror dedicado a ofrecer escenas de gran crudeza, así como planos explícitos de canibalismo, decapitaciones, vísceras esparcidas, etc.  El estilo de Maruo podría considerarse gore en tanto que bebe directamente de las fuentes de este tipo de  representación artística que nació en Francia en el siglo XIX partiendo de diversas fuentes, como el naturalismo de Zola y el Théatre Libre de André Antoine.

Como bien explica Carlos Díaz Maroto en su articulo acerca de los inicios del cine gore, “Oscar Mèténier fundó el 13 de abril de 1897 el Teatro Grand Guignol en la calle Chapetal de París. El teatro había sido un antiguo convento del siglo XVIII, con ángeles en el techo y diseños pseudo-góticos en las puertas de roble, lo que serviría de ambiente excelente para lo que allí se desarrollaría. Mèténier llegaba a montar hasta ocho obras cortas en una sola noche, pasando de la comedia al horror y al drama realista, todo con la intención de "sacudir los corazones" de los espectadores. En 1898 el Grand Guignol pasa a manos de Max Maurey, quien reduce las obras a cuatro o cinco y potencia los elementos terroríficos, atrayendo al público con su sed de sangre y morbosidad. Decapitaciones, sangre, vísceras, aberraciones sexuales… todo ello se representaba mediante marionetas, gozando de gran éxito entre la clase popular”.

Se podría considerar que nació así un teatro de vanguardia, dirigido al sector proletario, por lo que muy pronto se identificó como una manifestación artística contracultural, utilizada principalmente como crítica al poder por parte de la clase oprimida. Este germen revolucionario siempre ha estado asociado al terreno del fantastique, cuyo discurso se adhiere al pensamiento progresista y a la mentalidad crítica contra el sistema que se gesta en cada periodo histórico.  La sonrisa del vampiro es un cómic de terror moderno,  cuyo análisis textual abre un prisma de posibilidades interpretativas. Ninguna de estas interpretaciones pretende encerrar en sí misma una explicación definitiva de la obra.

Como decíamos anteriormente, el manga de Suehiro Maruo es una puesta a punto del mito vampírico, cuyas bases asentó Bram Stoker con la novela Drácula y que influenciaría en toda la producción posterior sobre este tema. El manga y el anime son productos que, a pesar de ser consumidos por un sector minoritario, contribuyen de una forma militante a la creación de identidades socioculturales entre sus consumidores. Es interesante en esta vía, la reflexión de Jordi Sánchez-Navarro en el estudio El principio del fin; tendencias y efectivos del novísimo cine japonés, al relacionar el consumo popular del manga y anime con una forma de acto de oposición radical contra el poder, desacreditando la postura de muchos críticos que consideran al público popular como “masa” y que es tan propia de la crítica elitista. La hegemonía de este modelo de crítica o estudio hace que en ocasiones pasen de largo sin demasiada relevancia grandes obras que, considerándose periféricas al buen gusto canónico, construyen un discurso más elocuente y productivo para abordar el análisis y comprensión de un periodo cultural concreto.  

1 comentario

Sones -

Que buenas imagenes!