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El terror tiene forma: Miedo tras el 11-S (III)

El terror tiene forma: Miedo tras el 11-S (III)

EL TERROR

Si preguntásemos a cualquier ciudadano de a pie sobre sus impresiones y el modo en que vivió el atentado televisado el día 11 de septiembre de 2001, su explicación sería parecida a la sinopsis de una película de catástrofes producida en Hollywood. Pero en cierta manera esa idea del terror planea sobre nosotros y nos afecta de una manera similar (a pesar de tener conciencia de la realidad de los atentados). 

Pero veamos, ¿es el 11-S algo más que una película basada en hechos reales? ¿Es que acaso estuvimos en Nueva York el día en que dos aviones secuestrados por integristas religiosos explotaron contra las torres gemelas?, ¿es que acaso presenciamos in situ a toda la gente que trataba de escapar del edificio en llamas y saltaba desde las ventanas?. Parafraseando a Eco,  “...hemos elaborado hábitos filológicos mediante los cuales  hay que confiar en ciertos testigos, ciertos documentos, ciertas pruebas cruzadas...”. Aunque sepamos que esa tragedia empíricamente sí que ocurrió, ejerce un poder de influencia más grande a nivel subconsciente que consciente. Todo acto de lectura de un texto es una difícil transacción entre la competencia del lector (su conocimiento del mundo) y la clase de competencia que determinado texto postula con el fin de ser leído de modo económico. 

Quizás a partir de ese momento, la percepción del terror adquiriría una nueva dimensión sobre las sociedades capitalistas. O quizás el hecho mismo del atentado es una consecuencia directa de la propia evolución del capitalismo, convertido ahora en un sistema-monstruo que requiere constantes sacrificios...

Echemos un vistazo a la producción cinematográfica de género anterior al 11 de septiembre de 2001. ¿Es que acaso en blockbusters como Estado de sitio (The Siege, E. Zwick, 1998, EE.UU.), Without Warning: Terror in Towers  (A. Levi, 1993, EE.UU.), Deep Impact (J. Homes, 1998, EE.UU.), Independence Day (R. Emmerich, 1996, EE.UU.), o Mars Attack! (Tim Burton, 1996, EE.UU.) no se coqueteaba en cierta manera con las mismas imágenes que se retransmitieron en directo durante los atentados del 11-S? Según Pablo Francescutti en su ensayo La pantalla profética, los vínculos entre cine y sociedad no se presentan lineales ni sencillos. La pantalla muestra fragmentos de lo “real” que el público acepta y  reconoce y, al imponer imágenes nuevas, ensancha el dominio de lo visible. Su mirada no es meramente descriptiva, pues el cine es capaz de conferir visibilidad a ciertos fenómenos sociales y con ello ayuda a su cristalización.

Dada esta pesquisa, es absolutamente coherente y aceptable el airar teorías acerca de como se retrata en el cine el pánico, la paranoia, el miedo a algo que “está ahí fuera”  o “que está dentro de uno mismo” y puede atacarnos en cualquier momento. En resumen, como funcionan las líneas de interacción entre los límites del terror en las producciones de ficción tras el 11-S. En este sentido, y poniendo a trasluz de los atentados la semiótica de la interpretación de textos, nos hayamos ante una de las posibles direcciones en las que podemos recorrer un camino coherente para decodificar el nuevo cine de terror, como estudio cultural en el seno de una cultura que acaba de enterrar la quizás injustamente llamada “era de la postmodernidad” . 

En la imagen: “Death Proof” segmento dirigido por Quentin Tarantino en el film “Grindhouse”

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