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Mi instinto asesino personal

Mi instinto asesino personal

Jueves, 5 de enero

 Tras los sucesos de ayer no me apetece establecer demasiados enlaces con el mundo exterior. Me he  pasado todo el día en el estudio de la calle Encarnació; no sé cuántas películas de detectives he visto hoy, pero sin duda me quedo con Cowboy Bebop como la panacea de la escena detectivesca de Shinichiro Watanabe. Curioso nombre.  

Enfrentarse a un cadáver como texto que encierra los signos de su propia muerte no es una tarea fácil. A lo largo de mi carrera profesional me he encontrado con auténticos especialistas, forenses y criminólogos capaces de dar con pistas absolutamente imprescindibles para resolver casos de asesinato. A lo que me enfrento ahora no es exactamente lo mismo. Yo presencié el momento en el que Diana apretó el gatillo y el cuerpo de la chica, ahora sin un ápice del destello rubio de sus cabellos, espera en la mortaja a recibir sepultura sin que su cadáver pueda darnos ningún dato del misterio que encierra su muerte. La única pista relevante es que el forense ha detectado restos de cocaína en su organismo. 

A través de la oscuridad del estudio le doy vueltas a todas estas variables. Todavía no me he puesto en contacto con X, ahora se me hace inminente mi encuentro con él ya que el giro que ha adquirido el caso es demasiado enrevesado como para que yo solo pueda sacar conclusiones claras. Recuerdo melancólicamente mis primeros encuentros con Diana. Jamás pude ver en ella una chica alegre.

 Ha ocurrido algo curioso hacia la una de la madrugada, cuando entraba en casa. He dejado el coche en el parking y he tenido la sensación de que alguien me seguía. Me he girado en varias ocasiones, pero no he visto nada. He entrado en el edificio sin encender la luz y me he quedado pegado a la pared, observando desde la oscuridad la calle iluminada por la luz tenue de la farola. Efectivamente, un amigo misterioso ha aparecido a los cinco minutos, un hombre vestido completamente de negro al que me ha sido imposible reconocer. Se ha acercado a la puerta y ha empezado a hurgar en la cerradura con algún tipo de ganzúa.  

Me he alarmado enormemente y he sacado mi Colt del 55, dispuesto a dispararle en una pierna en cuanto abriera la puerta. Desafortunadamente mi perseguidor a desistido de su empeño. Quizás alarmado por ser descubierto por algún vecino, ha cesado de forzar la cerradura y se ha largado. En estos momentos, desde la ventana de mi apartamento completamente a oscuras, observo la calle intentando rastrear algún indicio de alguien que quizás pueda estar acechándome en las sombras. Me he fijado que hay un coche gris aparcado desde hace unas horas. Una mujer joven, morena, fuma compulsivamente en el interior. En el asiento del copiloto hay un tipo algo mayor que se muerde las uñas. Me da la sensación de que hablan de algo turbio cuando les observo con los prismáticos.  

Si intentan algo les mato.

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