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laescaleradecaracol

You thrill me deep through your entretela

You thrill me deep through your entretela

El despertador vuelve a sonar a las ocho de la mañana todos los días. La mujer de X, a la que a partir de ahora llamaremos señora X, sigue durmiendo placidamente a mi lado. No puedo cerrar las ventanas de mi cuarto, de lo contrario se convertiría en un lugar asfixiante. La estación primaveral se va desvaneciendo y se filtran los efluvios estivales. El verano pasado se estropeó el aire acondicionado de mi apartamento y todavía no lo he arreglado. Como continúe así, este verano vamos a pasar más calor que en el infierno.

 

Las clases están a punto de finalizar y X continua sin aparecer. Han buscado un substituto para él en la Facultad de Filosofía y no sé qué tipo de explicación le habrán dado a sus alumnos. “Se ha marchado de viaje” o “Se ha quedado atrapado en el interior de una letrina y no puede salir”. En una ocasión investigué el caso de un tipo que se quedó atrapado en una apestosa letrina y murió asfixiado. Una versión menos sofisticada de la cámara de gas de los nazis. Sin ningún tipo de prejuicio sabéis tan bien como yo que a todos nos gustaría meter a alguien dentro.

 

La señora X no me ha explicado demasiadas cosas, pero mi naturaleza de detective me hace observar en ella nuevos aspectos de su personalidad desconocidos hasta ahora. Comienzo a vislumbrar pequeñas puntas de lo que podrían ser  descomunales icebergs, su mirada me penetra como ninguna otra lo había hecho hasta entonces, pero eso no me retiene para seguir conociéndola. Indagar el interior de una mujer es adentrarse en un terreno fascinante y pantanoso y húmedo.

 

Una sobredosis de cine de Yakuzas en los últimos dos días me ayudan ha reestructurar la investigación y a aportar ideas frescas que aplicar en la lucha contra el diabólico Luther Blisset, líder del Movimiento Espiritista y principal sospechoso de la muerte de Seveline. Diana ya se ha transformado en un fantasma por completo. No pudimos salvarla y ahí está, con sus pelos de moribunda y su cara de esquizofrenia congelada para siempre. Atrapada en una letrina apestosa del Más Allá.

 

Los episodios de la serie Samurai Champloo se han alternado en los dos últimos días con La casa de las dagas voladoras (ya la he visto como ocho veces pero la retina de la Señora X era virgen). Adoro la serie de Sinichiro Watanabe, no me había entusiasmado tanto ninguna otra serie de animación japonesa como esta. Las filigranas de la iconografía Samurai, las catanas, los trajes, los paisajes del Japón Feudal me maravillan. Me encantaría cambiar mi Colt del 55 por una espada forjada por un gran maestro. Desearía olvidar toda la mierda que aprendí en la universidad de criminología y entrenarme en el Dojo.

 

No podemos cambiar quiénes somos aunque nos esforcemos por aparentar ser otra persona. Yo no soy ningún samurai. Jamás me enseñaron artes marciales. La aventura de ser uno mismo es un riesgo demasiado comprometido que no todo el mundo es capaz de asumir. 

1 comentario

Madame X -

Ah, c'est quand même pas mal dur d'assumer ceci, mais faut dire que je suis "thrilled".

Le risque d'être soi-même est dur pour que rien ni personne vienne te dire que ce que tu vis est jugeable. Je veux juste vivre tout ce qui m'arrive avec toi.
Je n'en ai rien à foutre. Je veux juste que tu m'accompagnes à la maison. J'ai mal aux pieds.