Blogia
laescaleradecaracol

La sonrisa del Vampiro (II)

La sonrisa del Vampiro (II)

La sonrisa del vampiro es una obra que, incluso proviniendo de Japón, mezcla la rica tradición fantasmática de oriente con ciertos puntos de vista europeizantes acerca del vampirismo que nace en Grecia con las figuras mitológicas de algunos dioses (y sobre todo diosas) que ya podían considerarse vampiros y revenantes, como es el caso de las Sirenas y las Esfinges. La Empusa es, de entre todas estas figuras, la más utilizada en el cine de terror y en el caso de la obra que nos ocupa, también es la figura detonadora del relato. La Empusa es una clase de espectro infernal relacionado con el mundo de los muertos. Según afirma Pilar Pedraza, no hay demasiado escrito sobre ellas, pero lo que se conoce es bastante significativo. Puede transformarse a voluntad en diversos animales o en mujeres seductoras que chupan la sangre de los jóvenes para adquirir consistencia y vitalidad. Solo así se liberan de su propio horror, que consiste en que no son nada y lo saben. Empusa es un vacío revestido de apariencias quiméricas y cambiantes, como el demonio cristiano.

El personaje de “la jorobada” comienza en off a narrar la historia de su conversión al mundo de las sombras, mientras se suceden imágenes de una ciudad devastada, repleta de edificios destruidos y cadáveres calcinados por doquier: “Hace mucho, mucho tiempo, hubo un día en el que el mundo parecía haber llegado a su fin”: no se trata del Neotokio de Katsuhiro Otomo, sino de una visión distinta del holocausto nuclear que tan determinantemente a influido en las narraciones orientales que aún partiendo de las víctimas, focaliza la atención argumentativa en los supervivientes de tal aquelarre de destrucción: “...y entre los escombros se encontraban incontables víctimas, que murieron abrasadas por el fuego, destrozadas y reventadas por la violencia de los acontecimientos...” La crónica de esa espeluznante visión de los muertos es narrada por uno de los supervivientes, la Jorobada, una mujer que se revelará como una auténtica Empusa, un demonio que vuelve del mundo de los muertos sediento de sangre y que capta al protagonista de  la historia, el joven Konosuke Mori, para convertirlo al mundo de las tinieblas.   

El trazo de Maruo se caracteriza por representar estancias y personajes de estilo europeo, y en ninguna de sus historias faltan las casas victorianas o iglesias de estilo gótico, plasmadas en un peculiar claroscuro que nos remiten a las estampas barrocas tanto por la utilización de la luz como por la composición de los elementos dentro de un plano (viñeta en este caso). 

La acción se centra en seguida en el interior de un viejo caserón abandonado, donde la jorobada rebela el secreto de su condición vampírica justo en el momento en el que saca una daga afilada para hacerse un tajo profundo a lo largo de la lengua. La jorobada obligará a Konosuke a beber de su sangre, quedando maldito para siempre. 

0 comentarios